25.5.06

Las Ciudades Aeropuertos de Tomas Saraceno / Salar de Uyuni


Hoy Clarín publicó una entrevista con Tomas Saraceno, el arquitecto y artista argentino que quiere construir ciudades que flotan en el aire.

Esta actualmente exhibiendo en el Centro Cultural Barbican una película que filmó en el Salar de Uyuni en Bolivia. Cuando llueve la superficie del salar se convierte en un enorme espejo, se pierde el horizonte, y parece que uno estuviera metido en un infinito cielo.

La muestra de Sarraceno es parte de una exhibición sobre visiónes futuristicas de las ciudades llamada “Ciudad del futuro: experimento y utopía en la arquitectura 1956 a 2006"

—¿Cuál es el origen de estas ciudades aeropuertos?

—En todas las culturas existe la idea de que en el cielo existe algo aparte de la humanidad. Pero prácticamente la idea es crear células habitables que flotan en el aire y que se comportarían como nubes. Pragmáticamente serán como aeropuertos voladores. Lo planteo también como un desafío a las restricciones actuales políticas, sociales, culturales.



—¿Cómo funciona, exactamente?

—Ya existen materiales para construir naves más livianas que el aire. Desafortunadamente su uso, mayormente, está restringido al militar. Pero en el 2001 hice un proyecto llamado globo solar que funcionaba con los mismos principios que funcionara Ciudad Aeropuerto. Y funcionó.



—¿Y cómo imagina que sería la vida en esta ciudad?

—Los ciudadanos serán como gitanos aeronáuticos viajando por donde los vientos los transpor tan, y se alimentarán con jardines flotantes repletos de plantas que crecen sin tierra. Diferentes ciudades se podrán unir en el aire para ir formando metrópolis más grandes y variadas.



—La ciudad aeropuerto parece tomar el concepto de redes que dio forma a Internet...

—Sí. La computadora más potente del mundo de ahora no es un invento de una sola corporación. Sino que es la red de todas las computadoras conectadas a Internet. La enciclopedia más grande y robusta es la Wikipedia. La idea de trabajar en redes de colaboración dirige todo mi pensamiento. Cuando yo hago una patente después de un año doy acceso libre a cualquiera que quiere utilizar ese invento. No me tiene que ni pedir permiso, ni pagar regalías. Si las cosas globalmente estuvieran hechas de esa forma estaríamos mucho más cerca de la construcción de la "Ciudad Aeropuerto". Creo que se podría mezclar la visión utópica de los sesenta con la realidad competitiva del mundo globalizado de hoy. Para que la NASA y el quiosquero de la vuelta pudieran colaborar en los mismos proyectos, las mismas visiones.

Fotos: Tomas Saraceno

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